por E. Jorge Paolantonio - Catamarqueño
Revivo en el cuenco de mi mano
la sed desde los juegos de la infancia;
la arcilla que sostiene mi nostalgia
me sabe al agua pura del verano.
Elevo hasta mi voz la transparente
manera de saciar melancolía:
un trago de frescura cristalina
se apaga la añoranza, dulcemente.
Soy el niño de entonces, olvidado
detrás de la hojarasca de la vida.
Desnudo, soy de nuevo convidado
y vuelvo hacia ese modo descansado
de encontrarme feliz y sin heridas,
por agua y memoria bautizado.